Existen cercas, a veces, que limitan de cierto modo nuestra posibilidad de movernos libremente y con independencia, siendo fieles nada más que al concepto de seguir impulsos. A veces, uno no las ve pero de manera subrepticia nos ponen trabas para acercarnos a ciertas cosas.
También existen perdones, que viven como especie en extinción confinados a esas cercas y que se pasan la vida esperando ser regalados a alguien.
Existen personas que son capaces de reconocer esas cercas y derribarlas a tiempo, y que a pesar del carácter a priori extinguible de los perdones, los regalan, iluminando tiempos oscuros y produciendo sonrisas a quien los recibe.
Cada perdón que se regala genera otro y así, paradójicamente, sus cercas nunca están vacías.
Gran feedback cósmico éste, que barre con otras barreras: esas más mezquinas, que las personas construyen por voluntad propia (ya sea por orgullo, temor, odio o envidia) para alejarse de los otros y sumergirse dentro de una soledad segura, pero asfixiante y suicida.
martes, 30 de octubre de 2007
Cercas, barreras y perdones
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Perdón por no liberar tantos perdones... perdón por hacer de mis cercas, murallas de infinita altura... perdón por ser tan egoísta y no querer compartir mis perdones, que igualan en número a mis gracias...
Gracias por dejarme pedir perdón!
Publicar un comentario