domingo, 21 de octubre de 2007

El bosque

El pequeño duende le decía a su verde amigo que quería dejar el bosque para irse a otros lados.
Quería salir de lo que para él era la seguridad asfixiante del bosque y respirar la vorágine de la ciudad. Su verde amigo lo miró con desconcierto y le preguntó la razón de tal descabellada idea. El duende respondió que era su destino. Quería conocer la ciudad, prosperar económicamente. Ser exitoso. La desición ya estaba tomada y no había marcha atrás.

Su amigo empalideció y dejando ver sus verdes dientes, intentó esbozar una sonrisa.

Varios días pasaron en los cuales el pequeño duende comunicó sus intenciones al intendente del bosque, el señor pequeño Juan.
Una vez preparado el papeleo, se puso a la venta el hogar del pequeño duende y aparecieron en escena las mujeres trompeta, encargadas oficiales de la comitiva de despedida de todos aquellos que decidían dejar el bosque.

'tuturutuptu- pt'uuu- tuuuuuuu' (música de trompetas)

Al oír el sonido de los broncíneos instrumentos, todos los habitantes comenzaron a salir de sus hogares y el bosque -desierto hasta ese momento a no ser por la presencia de nuestros 2 protagonistas- se fue llenando de personajes tan excéntricos como simpáticos.
Todos charlaban entre sí y reían recordando los joviales momentos que habían compartido con el pequeño duende.

El lobo, recién salido de una indigestión indeseable debido a unos hongos pleurotus en mal estado, recordaba la vez en que el pequeño duende lo había convencido de no comerse a caperucita. Consecuencia de lo cual, ambos contrajeron matrimonio y eran felices padres de 2 hermosos monstruos peludos. Con nostalgia, señaló que gracias a aquel consejo, además de encontrar al amor de su vida, se había hecho vegetariano y que nunca más se comió un tipo.

Alicia, la niña dulce del país de las maravillas, se había peleado duramente con Risitos de oro. Todo comenzó por un reclamo de Alicia durante el concurso anual de verduras gigantes en el cual, el jurado, había decidido otorgarle el premio 'zanahoria del año' (el más prestigioso) a Risitos para sorpresa de todo el bosque. Los rumores corrieron como reguero de pólvora y confirmaron que Risitos le rascaba la panza al oso Julio (papá oso), el principal del jurado, y que todo habría sido arreglado para que ganara Risitos. Furiosa, Alicia se retiró del concurso y nunca más se habló con su gran amiga. El pequeño duende, con la ayuda de Campanita, las reunió con la excusa de organizar un concurso de canasta y medió la reconciliación. Hoy, ambas comparten un piso cerca del sector de las marmotas, al oeste del bosque.

Peter Pan, un veterano simpático y algo senil, recordó la vez en que el pequeño duende le enseñó a no temerle a las alturas.

hansel y grethel, le agradecieron el haberles enseñado a hacer galletitas, algo muy útil pues ya tenían cansada a la pobre bruja del bosque con sus reclamos permanentes (hansel sufría un problema gravísimo de adicción al azúcar, problema por el cual estaba en tratamiento).

El principito reía con su cordero Claudio a un costado, contando la vez en que el pequeño duende le enseñó a dibujar algo que para él carecía de sentido: un sombrero de hombre visto de costado. Ese mismo dibujo, le valió el premio ‘promesa de oro’ que lo llevó a exponer en los más prestigiosos salones de dibujo. Se escribió un libro sobre él, e incluso se comenzó a filmar una película sobre su técnica.

Cenicienta lloraba desconsoladamente. Recientemente separada del príncipe, y en medio de los trámites de divorcio, se dio cuenta de que iba a extrañar las tardes con el pequeño duende más de lo que ella pensaba. Salió corriendo y no se quedó al bailongo.

Los tres chanchitos, los tres chiflados y los tres mosqueteros (D’Artagnan había fallecido hacía unos años asfixiado con un carozo de ciruela) charlaban con los tres tristes tigres. Nadie escuchaba a nadie, ya que todos hablaban al mismo tiempo.

Romeo había engañado a Julieta con blancanieves, la que a su vez se había separado del príncipe, ahora ex marido de cenicienta, y se había casado con el 5to de los 7 enanitos, al que había engañado con Romeo. El pequeño duende, amigo íntimo de blancanieves y de Pilatos, el juez ciego del bosque, le pidió a éste que no se lavara las manos e interviniera a modo de zanjar las diferencias entre ellos. Blancanieves volvió con el príncipe, Cenicienta se fue a vivir con Gruñón y Romeo vende rosas debajo de los árboles de hojas perennes. Julieta se dio a la bebida.

La reunión era tan amena, que todos olvidaron sus problemas y se dedicaron a compartir sus últimos momentos con el pequeño duende.
Su verde amigo, ligeramente ebrio, dedicó un brindis de antología luego del cual todos lloraron abrazados.
La simpática orgía de alimentos y bebidas se extendió hasta el amanecer, cuando el sol les recordó a todos el nacimiento de un nuevo día y la partida del pequeño hombrecillo para siempre. Su verde amigo, lloró. Todos lloraron. Lo iban a extrañar mucho.

El pequeño duende se despidió finalmente del bosque y se fue a la ciudad.

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