lunes, 25 de febrero de 2008

la fábrica de sueños

la entreverada enredadera daba paso a un sinuoso camino de cipreses dorados que bordeaban gentilmente un arroyo a ambos lados del trayecto.
se detuvo a la sombra de unos árboles, la tomó de la mano y cuando la fue a tocar, ella, como el hielo que se derrite, se derritió entre sus manos. y la perdió de vista para siempre.

la fábrica de sueños era un lugar bastante arquetípico, construido dentro de los parámetros condicionantes de un mundo onírico y surrealista.
sus fronteras eran borrosas pero existían y si bien ahí se podían vencer leyes como la de la gravedad u observar el derretimiento de alguien entre nuestras manos, esos límites casi invisibles impedían la extrapolación de cualquier elemento de ese mundo hacia la realidad.

se podía entrar con cualquier cosa a la fábrica, pero no salir.

y así fue que él llevó su imagen, que por inestable se terminó derritiendo.
y llevó su risa, la que sacó de un bolsillo y colgó de un árbol, de donde cayó y explotó en mil pedazos.
y llevó sus lágrimas, para beberlas en caso de necesidad, las que se evaporaron casi instantáneamente.
y llevó también su amor, el cual terminó fundiéndose de forma casi imperceptible con el paisaje y lo perdió de vista nuevamente, solo que esta vez en sueños.

y fue sentado a la sombra de otro árbol, con su cabeza entre sus manos, que decidió olvidarse de amar y dejar esa idea por escurridiza.
ni en sueños la podía contemplar.

y lloró tanto que se transformó en río.
y pasó a ser sueño de otro y en otro lugar.

y nunca más la extrañó.

y nunca más despertó igual.

No hay comentarios: